"La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha" Montaigne

domingo, 31 de marzo de 2013

Typical Spanish

Estas dos últimas semanas se está celebrando el polémico Saloufest, que para quien no lo conozca diremos que son unas vacaciones universitarias repletas de actividades deportivas y culturales, y si no lo son, deberían serlo.

Sin embargo el término 'vacaciones universitarias' en el lenguaje anglosajón se traduce a algo así como 'turismo de borrachera' (no nos engañemos porque aquí a veces también lo traducimos mal). Lo curioso del caso es que a nuestros vecinos ingleses (y también alemanes y americanos), pegarse la juerga de su vida en territorio español es lo más normal del mundo y Saloufest o los archiconocidos San Fermines son dos ejemplos de ello. 

Pero ¿por qué aquí sí y allá no? He ahí la duda. ¿Será el tiempo?, ¿será que el vodka es más barato?, ¿será cosa de la cultura?...Objetivamente el tiempo es mejor, y casi seguro que el vodka es más barato. No me refiero a que la cultura anglosajona sea una cultura de borrachera, pero desde luego tenemos conceptos del salir muy diferentes. 

Con esto sólo quería ilustrar lo diferentes que somos, siendo, dentro de lo que cabe, culturas muy cercanas. 
Cómo cambian las cosas según el lugar en el que nazcamos y nos criemos es increíble, porque lo que para unos sea cortés y educado en otra civilización pueda rozar lo grosero e insolente. 
Y es por diferencias culturales que los españoles casi nos matamos (literalmente) cuando toca pagar y queremos invitar al compañero, y en cambio los ingleses piden permiso, perdón y gracias cuando quieren beberse una taza de té.

Sin embargo hay algo a lo que todavía no me acostumbro (y no me acostumbraré): ver a asiáticos adoptando costumbres 'typical spanish'. Y no me refiero a la sevillana y el torero de plástico encima de la tele, no. Hablo de tantísimos chinos que, no conformes con aprender un idioma que para nosotros resultaría imposible, cogen esas costumbres tan españolas y las hacen suyas. Y por eso me sonrío cuando aparece en la tele una china, dueña de un bar  de tapas en León, y grita más que los abuelos que van a diario a tomarse vinos. Y si te descuidas, les gana al mus, al tute y al guiñote. Realmente envidiable.






domingo, 24 de marzo de 2013

Oh, Forges


Allá por los años 90, cuando todavía creía que cerebro se escribía con "l" y piscina con "t", mi interés por los periódicos se centraba en dos cosas: las viñetas y el juego de las 7 diferencias. No obstante, como lo segundo no viene mucho al caso en esta ocasión, me centraré en hablar de esa pequeña pasión que he conservado con el paso del tiempo y que tiene nombre y apellidos: Antonio Fraguas de Pablo, o lo que es lo mismo, Forges.

La verdad, todavía no sé muy bien de donde venía esa obsesión por arrebatarle el periódico de las manos a mi padre y buscar como una loca el chiste del editorial, si estaba tan cerca de comprender esa imagen como de descifrar el algoritmo de Shor. Pero oye, tenía dibujitos y a mí eso me gustaba.

A medida que mi intelecto fue aumentando, también lo hizo la capacidad de entrever todos los mensajes ocultos que escondían esas ilustraciones que tanto adoraba. Y hoy, pensando en un tema para escribir este post, me ha venido a la mente la estupenda idea de dedicárselo a las viñetas de mi ídolo personal. Porque sí, amigos, no hay ejemplo más claro de implicatura que el que reflejan este tipo de imágenes. 

Para ilustrar esta afirmación, he aquí algunos ejemplos:


En primer lugar, aquí tenemos a un pobre autónomo, que camina bajo una particular nube lluviosa mientras establece un diálogo con otro individuo que disfruta de un brillante sol. La implicatura más clara, teniendo en cuenta los tiempos que corren, es que los autónomos están atravesando una época de muchas dificultades. Por otro lado, también se puede ver reflejada una creencia popular que se ha mantenido desde siempre: que los autónomos están por lo general en una situación laboral menos favorable que el resto de trabajadores y que llueva, nieve, o caigan del cielo rayos y centellas, tienen que resignarse y esforzarse para salir adelante.


Vayamos ahora al caso contrario. Otra creencia popular es que “los funcionarios no hacen nada”. En esta ilustración, se ve una escuela de perfeccionamiento para este sector y cómo uno de ellos está aprendiendo a dar palos al agua. La implicatura está más que clara.



Pasemos ahora a esta imagen, que la verdad me llamó mucho la atención. En ella, una pareja está viendo la televisión y un bebé, presuponemos que su hijo, está cubriendo la pantalla y la mujer se refiere a él como “la interferencia”. La implicatura más clara es que para esos padres su hijo es una molestia. La posición del niño, colgando de esa forma tan peligrosa del televisor, ayuda a reforzar esa idea del pasotismo que tiene la pareja hacia la criatura. 




En esta otra, un niño le pregunta a una niña, que está leyendo un libro, por la marca de su videoconsola. La principal implicatura aquí sería el hecho de que hoy en día los niños dedican la mayor parte del tiempo a jugar con aparatos electrónicos. El niño presupone que lo que lleva la niña entre sus manos es una videoconsola, porque es lo que conoce. Otras dos implicaturas serían la imagen bizarra que supone la niña portando un libro en un mundo gobernado por los videojuegos y el hecho de que el niño le pregunte por la marca del aparato, lo que da a entender la importancia de las firmas en la sociedad. Presuponemos que si no fuese de marca, la supuesta videoconsola no tendría el mismo valor.




Podría poner cientos y cientos de viñetas más, pero tampoco es cuestión de aburrir al personal. Para concluir el post, os dejo una imagen que ofrece miles de posibilidades.
Es vuestro turno.





viernes, 15 de marzo de 2013

El arma de los periodistas: el lenguaje



La idea inicial de Austin (1959) es que cuando las personas hablamos, casi siempre, transmitimos enunciados que no son descripciones, sino que implican una acción. Y parte de lo cierto, ya que en las construcciones sintácticas que usamos predomina la autoridad de un verbo y no las florituras de un adjetivo. Por ejemplo: ¡Pásame un bolígrafo!, ¿Quieres que quedemos?, ¿Aprobaste el examen?  El verbo siempre es el protagonista principal de la oración, mientras que la posición del adjetivo queda rebajada al segundo o tercer plano.

Según Austin, los enunciados tienen tres tipos de actos. Los analizaremos en la entrevista que le hizo Elvira Lindo  a Penélope Cruz para El País. 
En cuanto al acto locutivo, la periodista expone sus ideas  de forma ordenada, cuidando las relaciones de significado entre las palabras, la coherencia del texto, pero no pone especial énfasis en las relaciones semánticas. Ya que algunas palabras son más connotativas que denotativas. Y ello induce a que el lector no sepa si posicionarse a favor de Elvira Lindo o de Penélo durante el tiempo que duró el encuentro.

El acto ilocutivo se refiere a la intención que tiene, en este caso, Elvira Lindo de mostrar cómo es la actriz. Hay que tener en cuenta que  Penélope Cruz no le concedió la entrevista que deseaba. Y, por ello, la periodista se enfadó.    Le salió el tiro por la culata y se fue del encuentro sin entrevista de personalidad. Es cierto, que la primera lectura del texto puede producir dos interpretaciones: la primera que Penélope Cruz es una persona borde y que trató mal a la periodista. O que Elvira Lindo fracasó como entrevistadora. Hay que leer entre líneas para no interpretar de forma incorrecta los textos publicados. Ya que en este caso, parece que la actriz es la mala de la película. Cuando en realidad no es así. El diálogo muestra una lucha de egos entre dos mujeres con personalidades fuertes. En este último caso, nos referimos al acto perlocutivo porque el efecto que puede producir en el  lector dependerá de cómo se lea el texto y cómo se interprete. Os invito a que la leáis: http://elpais.com/diario/2008/09/21/eps/1221978411_850215.html.


 Sabemos que la continuidad de las ideas de Austin se encuentra en los trabajos que posteriormente realizó Searle. El filósofo clasifica los actos de habla en cinco conceptos.
 He elegido una entrevista de personalidad que le realizó Rosa Montero a Manuel Fraga.  La conversación nos muestra la agresividad y mal humor del político, además de una lista de verbos ilocutivos: asertivos,  directivos,  expresivos, etc.

La conversación la inicia Rosa Montero. La periodista pone especial énfasis en los verbos asertivos: “Cuando he anunciado que tenía una entrevista con usted me han advertido de dos cosas sobre su carácter. La primera es que usted tiene gran sentido del humor”.[ La escritora lo afirma con rotundidad].

El dialogo avanza. Y los verbos asertivos continúan manifestándose:
Rosa Montero: La cosa que cambia es el balandro [La periodista afirma y enuncia]
Fraga: No, no; el balandro es el mismo.

Además, Rosa montero le dice que él ha tenido propensión a decir frases rotundas. A lo que Fraga le responde:
“No; mire señorita, va usted por el mal camino como siga diciendo esas cosas”.  [ Se aprecia el uso de verbos directivos por parte de Fraga, ya que le prohíbe, le ordena a la periodista que no siga preguntándole esas cosas, y le amenaza con que la entrevista puede terminar”.

Rosa Montero no se da por vencida y retoma la conversación. Así que le dice a él  que es una persona  que emana agresividad. Fraga le responde:

Me gustaría que no me hiciese preguntas agresivas. No ha parado de hacérmelas desde que ha empezado la conversación”. Fraga le manifiesta mediante un verbo expresivo como lo es “me gustaría” que le haga preguntas menos comprometidas.

El diálogo sigue prolongándose y la periodista no cesa su ataque de preguntas hacia el político. Fraga se mantiene en guardia. Rosa Montero quiere comprometerlo para que diga la verdad sobre algo que se rumorea:

R.M: Me han dicho que se pegó con un alumno.
Fraga: no. Es rigurosamente falso. No hubo lugar.
R.M: Pero al menos salió del aula dispuesto a pegarle.
Fraga: Le repito que es absolutamente falso. Y le prometo contarle la historia completa. [Un ejemplo del uso del verbo compromisivo]

La entrevista finaliza con una petición que le hace la periodista en la que podemos observar el uso de verbos consultivos:


RM: ¿Le puedo hacer una pregunta sobre su infancia?
Fraga: Hasta ahora le he respondido a todas las preguntas, señorita.

jueves, 7 de marzo de 2013

El lenguaje como instrumento de lucro

Salvados, ese programa que está tan de moda en el que Jordi Évole pone en un aprieto a todo el que acepta una entrevista con él... Ese programa ha sido el inspirador de esta entrada. Más en concreto el dedicado a las teleoperadoras bajo el título "El cliente perfecto". En un momento del programa, Jordi Évole habla con tres teleoperadores sobre su trabajo, y ahí es donde vamos a centrarnos.

Os dejo el vídeo...



Los tres teleoperadores coinciden en que tienen una serie de restricciones y obligaciones a la hora de desempeñar su trabajo. Por ejemplo, tienen designadas sus frases de presentación y despedida, no pueden pronunciar una serie de palabras tabú, se le oculta información al cliente, no hay que responder a lo que no se le ha preguntado... Algunas de estas restricciones vamos a analizarlas desde el punto de vista de la pragmática, refiriéndonos, en concreto, a las conversaciones y lo que implican.

En primer lugar vamos a hablar del principio de cooperación: lo que se espera de una conversación es que la contribución a esta sea la requerida por el propósito del intercambio de información. ¿Son las conversaciones entre teleoperador y cliente todo lo informativas posibles? Por parte de los teleoperadores, después de ver el vídeo, nos queda claro que no. En el programa, uno de los trabajadores de estas compañías telefónicas asegura que "se le dice al cliente 19,99 euros pero, en realidad, no se le informa de lo que se puede añadir a ese precio, por ejemplo, la cuota de mantenimiento...". Como podemos observar, el principio de cooperación es incumplido por estos trabajadores. Más en concreto, lo que se incumple es la máxima de cantidad. El teleoperador no ofrece al cliente toda la información de la que dispone, y hace que la conversación no sea todo lo informativa que podría llegar a ser. 

"No le he engañado, he ocultado una información". Así es como se "defendía" uno de los teleoperadores en Salvados. Y, en realidad, es cierto. Aquí podemos ver un ejemplo de que cumplen una de las máximas del principio de cooperación, la de cualidad. Esta se relaciona con la veracidad de la información, y los teleoperadores, dicen la verdad, pero no toda. Esto en pragmática no se considera mentir, y a la hora de poner una denuncia a la compañía tampoco, ya que ellos sólo han ocultado información. Pero cuando una persona ve la factura y ve el dinero total, se siente engañado y defraudado, y considera que esto sí que es un engaño.

Dejando a un lado las mentiras... Otra de las restricciones a las que hacían referencia los teleoperadores era que "están prohibidas las palabras con connotaciones negativas, tenemos palabras tabú. No podemos decir más caro, hay que decir "un importe más elevado", y tampoco podemos decir gratis o deudas". Esto también podemos relacionarlo con el mundo de la pragmática porque incumple la máxima de modalidad. Esta consiste en el cómo decir las cosas, hay que ser claro en las intervenciones. Hay que evitar la oscuridad de expresión, la ambigüedad, hay que ser breve y ordenado. Al decir "importes pendientes" cuando queremos decir deudas, o "no tiene coste" cuando queremos decir gratis, no estamos siendo claros con la persona con la que estamos hablando. Estamos siendo oscuros y ambigüos, y muchas personas pueden obviar esas frases por no destacar tanto como la propia palabra. Y con esto, podemos confundir a las personas.


Con un tema tan delicado como es ahora el dinero no se debería jugar. Esto es el pez que se muerde la cola... Las compañías quieren muchos clientes y que paguen mucho, así que obligan a los teleoperadores a ocultar información (engañar) a los clientes, si no lo hacen las compañías les amenazan con despedirlos, y los clientes sólo quieren conseguir todo esto barato, así que cuando oyen una buena cantidad, ni siquiera hacen preguntas. Pero a nadie se le puede culpar de que cientos de personas sean estafadas por las compañías telefónicas, porque ellas no mienten en ningún momento en términos jurídicos.

Este ejemplo demuestra el poder que tiene el lenguaje...


Raquel