"La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha" Montaigne

domingo, 21 de abril de 2013

No es oro todo lo que reluce

Seguramente, si una hermosa tarde de domingo asaltas a alguien por la calle y le preguntas "¿qué es una falacia?" el asaltado en cuestión tendrá tres posibles reacciones: a) huir despavorido en dirección contraria a la que has venido, b) poner cara de póquer y contestarte que no ha oído esa palabra en su vida o c) contestarte algo así como "una falacia es una mentira".

Pues bien, a lo que quiero llegar con esto es que la mayoría de las personas desconocen o tienen una percepción errónea de lo que es una falacia. Hace algunos años, cuando yo era una tierna estudiante de 1º de Bachillerato, mi profesor de filosofía dedicó semanas y semanas a meternos en la cabeza la siguiente definición: "El término falacia se usa cuando se pretende que un argumento tiene validez sin realmente poseerla, aunque tal argumento contiene algún elemento que nos puede llevar a engaño, y por ello, si no estamos suficientemente atentos, a pensar que es válido". Vamos, que una falacia no es exactamente una mentira. Es algo así como su prima segunda. 
Es importante que sepamos identificar las falacias porque, aunque muchas veces ni nos demos cuenta, están por todas partes. Y un lugar en el que las podemos encontrar fácilmente es en la publicidad

Los anuncios nos persiguen allá donde vayamos. Los tenemos en la televisión, en la calle, en la radio, en nuestros buzones, en los periódicos, en las páginas web, en el correo electrónico...no nos libramos de ellos ni un sólo segundo. Algunos nos emocionan, otros nos hacen reír y otros querer tirarnos por la ventana. Pero oye, allí están, intentando convencernos de que compremos productos que nunca creímos que llegarían a nuestros hogares. 

Pues bien, para demostrar que esto es verdad, hablemos del rey de los spots publicitarios, Coca-Cola. Esta gran multinacional ha conseguido que su mensaje Coca-Cola=felicidad cale hondo entre los consumidores. Observemos la siguiente imagen.



En este comercial, se establece una relación causa-efecto: "si bebes Coca-Cola, serás feliz". Por lo tanto, los consumidores pueden llegar a pensar que "eres feliz porque bebes Coca-Cola". Este tipo de falacias está muy presente en la publicidad, y busca que nuestros cerebros asocien productos con conceptos, ideas, sentimientos...para que creamos que, al consumir estos bienes, podremos alcanzar todo aquello que nos ofrece.

Otra técnica muy utilizada es servirse de una autoridad o una eminencia en una determinada materia para dar validez a lo que se dice. Si Carlos Sainz, que como todo el mundo sabe es un excelente piloto, nos dice que el Citröen C3 es el mejor coche que podemos comprar, automáticamente nuestro cerebro asociará la información de la siguiente manera: "Carlos Sainz dice que el Citröen C3 es el mejor coche del mundoCarlos Sainz es un piloto de prestigio. Por lo tanto, es verdad que el Citröen C3 es el mejor coche del mundo". 

Nos engañan de miles de maneras diferentes, y nosotros, pobres ilusos, nos lo creemos todo.  Ejemplos como estos que acabo de dar los tenemos a miles, y muchas veces ni dos damos cuenta. Pues bien, hay que andarse con pies de plomo y saber ver la verdadera intención de los cientos de mensajes que nos llegan cada día. Porque amigos, no es oro todo lo que reluce.

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